Quizá la herramienta más perniciosa que los líderes empresariales han usado contra las políticas en favor del interés público sea el mito de que el gasto del gobierno depende de la recaudación de los impuestos que ellos pagan al estado.
Toda lucha por la emancipación económica debe rechazar frontalmente esta leyenda. Si no las políticas progresistas serán rehenes permanentes de la ideología de las finanzas saneadas.
Para tratar de salvar los grandes obstáculos estructurales e institucionales que hacen que la lucha en favor de los trabajadores sea tan dura, debemos como mínimo enfrentarnos a la herramienta ideológica más poderosa que los ricos y poderosos tienen a su disposición: el mito de que
ellos lo pagan todo.
Nada de esto es «fácil», pero es inútil pretender que los obstáculos son insalvables. La mayoría de argumentos contra el trabajo garantizado ya han sido esgrimidos en el pasado para oponerse a otras políticas públicas esenciales. Esa es la naturaleza de la política del miedo. No existen razones morales o económicas convincentes para seguir como hasta ahora. La cuestión es: ¿A qué debemos tener más miedo, a un mundo en el que se garantice a todas las personas un trabajo con un salario digno o a un mundo en el que el desempleo masivo siga siendo lo normal?
— Pavlina R. Tcherneva