—Vaya, menudo capullo está hecho Falkenhayn —le dijo Mathias durante el almuerzo—. Te ha tendido una buena trampa. Además, ese libro, quién se lo habrá leído…
—Llevaba razón —respondió Twelve secamente—. Tendría que haber estado preparada. Me lo hizo llegar, y yo fui una idiota al no leérmelo.
—Te has vuelto loca, ¿verdad? Solo ha querido dejarte mal delante de todos…
—Pero podría haberlo evitado, si hubiera estudiado como debía. Piensa qué habría pasado si yo le hubiera respondido bien.
Mathias sorbió un par de cucharadas de sopa.
—Es verdad que me la tenía preparada —continuó Twelve—. Pero cómo quedar ante ello dependía de mí. Podía haberos impresionado a todos. Y, en cambio, ha pasado lo que habéis visto.
Si a todo Twelve.