—Rectifico. —Me rozó los labios con los suyos mientras se inclinaba; me estremecí y di un paso atrás, consciente de que se nos veía por la ventana de la puerta—. No solo quiero follarme a una profesora. Quiero follarme a mi profesora de inglés. Es descarada, tiene un culo de escándalo, piernas largas y, aunque cree que no me he dado cuenta, sé que detrás de esa apariencia de puritana se esconde una mujer que maldice como un marinero y bebe más que cualquiera de mi equipo de fútbol.