El poder sanador del caos

Permite que lo que tenga que ser simplemente ocurra, no resistas en tu cabeza lo que tu corazón ya sabe”.

Estás intoxicándote con esas ideas tontas sobre cómo las cosas deberían ser. Enojarse con el pasado no lo cambia.

A partir de esto, quiero ser aquel que sostiene lo que siente, y el que los condicionamientos —propios y ajenos— se los sacude como quien se saca el polvo de los hombros.

Como esas relaciones que se desmoronan lentamente o como esos autoabandonos que uno comete sin darse cuenta, tan despacio que es imposible de ver cuándo suceden exactamente.

El duelo por la pérdida de quien has sido, de cómo te has comportado, es normal. Esa forma de ser que te ha acompañado por tanto tiempo, por ejemplo, inclusive hasta en una relación, ahora ya no está. Y la echas de menos, y dudas sobre cómo actuar en el presente.

Sentir compasión por los que fuimos es casi indispensable para reconocer que crecimos; que hicimos lo que pudimos con lo que teníamos.

Esa que decide algo así como “todos nosotros somos yo” y con ella salimos al mundo.

O sufres mientras esperas una definición, que imaginas catastrófica y luego resulta que las cosas no son tan terribles como las viste en tu cabeza.

or estar preocupados por el resultado, dejamos de vivir.

Esperar es una de las cosas más difíciles.