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Rosario Izquierdo

El hijo zurdo

  • Crista Aunhas quoted2 years ago
    La potencia sexual de la bondad no está lo suficientemente ponderada, aunque sea muy capaz de vencer ariscas resistencias, permanecer, crecer incluso en la distancia.
  • Crista Aunhas quoted2 years ago
    Es curioso sentir cómo te elevan de golpe hilos que diste por rotos y se tensan ahora, tras la rabia. Con qué facilidad se recompone a veces lo rasgado. Dejas que vuelva aquello que pasó sin amor pero sí con ternura, con una contundencia que nunca se alejó de la ternura, qué es ya el amor de un hombre sino eso para ti, de aquel que te elevó a un lugar que sigues recordando y luego apareció a veces en tus sueños, disfrazándose. El consuelo que dejó un hombre bueno entre las piernas de la memoria regresa años más tarde, en esta calidez de horno de leña
  • Crista Aunhas quoted2 years ago
    Soy ahora esa ciudad bombardeada que requiere de tiempo para recuperarse de las pocas palabras que ha retenido, dichas por el hombre al que reconozco como el extranjero que una vez vino a poner algo de orden en mis ruinas
  • Crista Aunhas quoted2 years ago
    Mientras tanto quería a Rodrigo, a mi manera, y Rodrigo parecía quererme a la suya. Durante algunos años seguimos manteniendo una vida sexual. Estiramos aquello como un chicle doméstico que iba perdiendo el sabor
  • Crista Aunhas quoted2 years ago
    No es lo mismo sentirse expulsada al caos por el marido en vez de por el hijo. Infiernos diferentes
  • Crista Aunhas quoted2 years ago
    Ni siquiera me fijo ahora en los árboles de la Chopera: el paseo veloz por los senderos más despoblados del Retiro me va llenando de rabia. La rabia que ha movido a los dos Lorenzos hacia sus propios destinos elegidos con prisa, la que yo siento por haber perdido a uno y estar perdiendo al otro
  • Crista Aunhas quoted2 years ago
    Y jamás conté a nadie que ése era el nombre del padre que tenía que haber sido.
    Ni que ésa iba a ser mi victoria secreta sobre su muerte
  • Crista Aunhas quoted2 years ago
    Algunas noches entro en su habitación y con la mano izquierda le toco la frente mientras duerme, y sin hablar le pido: Déjame volver a aquellas tardes contigo, sentirme bien tratada por ti. Déjame vivir eso, dame aunque sólo sea un rato más de eso. Deja que piense que aquella fantasía de que venías de otro no pudo hacerte daño, que perdonas el padre que elegí para ti. Yo conseguí quererlo porque quise quererlo. Eso es lo poco que puedo ofrecer yo, haberlo querido, haberme esforzado por querer a tu padre y por defender una idea inocente de familia. Déjame creer que supe salvar aquello guiando tu mano izquierda con mi mano izquierda, atravesando juntos las edades de un país en una sola tarde, desde mi mano de niña atada a un pupitre a tu mano de héroe japonés volando en libertad sobre aquellos dibujos, después de haberme enfrentado a toda una dinastía de abogados idos a más y de mujeres elegantes para llamarte Lorenzo.
  • Crista Aunhas quoted2 years ago
    Lozanías evaporadas, fulminadas
  • Crista Aunhas quoted2 years ago
    Cuenta sus orgullos y cuenta sus vergüenzas. La gente de los barrios sabe hacer eso. No la han ejercitado como a nosotras en ocultar las vergüenzas. Antes no he sabido cuál era su nosotros, pero aquí soy capaz de verme en un nosotras, las de los barrios altos, hijas de algunas madres o de algunos padres que apenas nos miraron de frente, atentos a las cosas, desviados de las verdades por el camino equivocado de las cosas, mercancías infinitas, objetos, ropas, títulos, propiedades reales o anheladas, nunca suficientes. Nosotras frente a ellas, las Marus desviadas también de las verdades por caminos muy otros que apenas puedo intuir. Nos creemos que escuchar es un acto de generosidad, pero sólo es cobardía cuando nada se da a cambio
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