Chicago (o en Harvard, o donde sea, pero siempre fuera de México) y luego aplican ese modelo a nuestro país, sin importar que haya resultado un fracaso desde hace más de 30 años. En todo caso, si las lecciones importadas no funcionan, el problema es de México, de las siempre convenientes “taras” de los mestizos y los indios, como su corporativismo y su proclividad a la “informalidad” y la corrupción, nunca de las verdades universales que los economistas aprendieron a repetir y pregonar como alumnos aplicados y carentes de imaginación.