El sólo título de este libro invitará al debate y
seguramente provocará una nueva visión en la filosofía de las empresas.
El éxito, palabra que proviene del vocablo Exitus, palabra
en latín que significa “salida”, se refiere al resultado satisfactorio de una
tarea, un proyecto, solución de un problema o finalización de una acción
personal, laboral o deportiva. En una olimpiada, el éxito lo determinan las medallas, en una empresa, el éxito lo representan los resultados positivos
orientados hacia un objetivo, que se obtienen en un lapso determinado. En la
vida personal es la “salida” hacia una vida plena.
El éxito implica nuevos objetivos, es movible, efímero, no dura mucho tiempo, y esto a nivel empresarial es más cambiante. Dura lo que
dura la felicitación por el logro de un objetivo. Pero tiene un largo sabor de estabilidad o estancamiento.
El éxito moviliza o paraliza.
Se debe buscar la capacidad que determina si se puede seguir
ascendiendo después de considerar a la empresa exitosa o se debe preparar para
enfrentar los nuevos retos y obstáculos, producto del mismo éxito.
El gerente al frente de un departamento permeará su estilo
de manejo del coto de poder a todo su departamento, los jefes de área imitarán
y aplicarán su autoridad en un efecto espejo de lo que hace y realiza el gerente.
Y el resultado final pueden ser equipos auto dirigidos o equipos “obedientes”
sin iniciativa, sin ideas, sin participación en las decisiones y metidos en una
rutina espeluznante.
La antigüedad juega un papel importante en la forma de dirigir a los subordinados, una empresa es “vieja” cuando los mandos
envejecieron haciendo siempre lo mismo. Una empresa es joven y vigorosa cuando
los mandos son dinámicos, retadores, confrontadores y al grito de “¿Cómo lo estoy haciendo?, ¿cómo lo puedo hacer mejor?” provocan cambio, renovación y avance.
La decisión de qué queremos para nuestra empresa, está en manos de los que toman decisiones y comprenden que estas son una renuncia a lo
que se hacía “antes”. En las empresas modernas no hay un antes y un después,
hay cambio o hay estancamiento. Hay innovación y ambiente de apoyo a las ideas
de los colaboradores, evitando la cerrazón y la obediencia “ciega” encaminado a la empresa hacia niveles elevados de productividad.