A la hora de abordar un objeto de estudio tan escurridizo y polisémico como la imagen audiovisual que, en el mejor de los casos, se presta a las más diversas y dispares interpretaciones, argumentadas desde los no menos heterogéneos y plurales puntos de vista, podemos plantearnos –no sin perplejidad— cuál de todos los enfoques y análisis posibles es el más certero. Lo más probable es que no encontremos una única respuesta convincente para esta pregunta, sino varias al mismo tiempo. Probablemente todas ellas sean igualmente válidas dependiendo del encuadre hermenéutico que hayamos adoptado.