es
Books
Thomas Bernhard

El sobrino de Wittgenstein

  • Rafael Ramoshas quoted8 days ago
    Éramos semejantes y sin embargo totalmente distintos. Por ejemplo, los pobres preocupaban a Paul y lo conmovían, a mí me preocupaban pero no me conmovían, porque, por mi mecanismo mental, nunca he sido capaz de conmoverme al estilo de Paul por ese tema viejo como el mundo, y aún hoy soy incapaz de ello. Paul se echó a llorar al ver a un niño acurrucado a orillas del Traunsee, el cual realmente, como comprendí enseguida, había sido puesto por su astuta madre a orillas del Traunsee sólo con el repulsivo fin de conmover y provocar la mala conciencia de los que pasaran y desatar sus bolsas. A diferencia de Paul, yo no había visto sólo a aquel niño explotado por su codiciosa madre y su miseria, sino también detrás, agachada entre unos arbustos y contando todo un montón de billetes con asquerosa habilidad financiera, a la madre de aquel niño explotado de la forma más innoble; Paul sólo veía al niño y su miseria, no a la madre que estaba allí detrás contando dinero, y él se puso a sollozar incluso y le dio al niño, por decirlo así avergonzándose de su propia existencia, un billete de cien chelines; mientras que yo percibí toda la escena, Paul sólo había visto la parte superficial de esa escena, la necesidad del niño en su inocencia, no a la madre innoble en segundo plano, la explotación perversa y abyecta por decirlo así de la bondad de mi amigo, que para él tenía que quedar oculta pero yo tenía que ver.
  • Rafael Ramoshas quoted8 days ago
    Así explotó también la cabeza de Nietzsche. Así explotaron en fin de cuentas todas esas locas cabezas filosóficas, porque no pudieron seguir tirando su riqueza mental. En esas cabezas surge finalmente de forma continua y realmente ininterrumpida la riqueza mental, con una velocidad mucho mayor y más atroz que aquella con la que puede ser tirada por la ventana (de su cabeza), y un día su cabeza explota y están muertos.
  • Rafael Ramoshas quoted8 days ago
    lo mismo que Paul pereció por su enfermiza sobreestimación de sí mismo y del mundo, yo también pereceré, a la corta o a la larga, por mi propia sobreestimación enfermiza de mí mismo y del mundo.
  • Rafael Ramoshas quoted8 days ago
    Esa mujer para mí ejemplar en todos los sentidos, inteligente, que nunca me ha dejado en la estacada en un solo momento decisivo y de la que en los últimos treinta años he aprendido o, por lo menos, aprendido a comprender casi todo, y de la que todavía hoy aprendo y, por lo menos, aprendo a entender lo decisivo, me visitaba entonces casi a diario y se sentaba a mi cabecera. Con montañas de libros y periódicos subía penosamente, en medio de un calor abrasador, a la Baumgartnerhöhe, en una atmósfera que puede suponerse conocida. Y, después de todo, ese ser de mi vida tenía ya entonces más de setenta años. Pero hoy, así pienso, a los ochenta y siete, actuaría exactamente igual. Pero al fin y al cabo ese ser de mi vida no es el centro de estas notas que escribo para mí sobre Paul, aunque la verdad es que entonces, cuando yo estaba estacionado, estaba aislado, estaba apartado y dado de baja en la Wilhelminenberg, desempeñó en mi vida, en mi existencia, el mayor papel, el centro de estas notas es mi amigo Paul, estacionado, aislado, apartado y dado de baja conmigo entonces en la Wilhelminenberg, al que, con estas notas, quiero explicarme otra vez, con estos jirones de recuerdos que deben aclararme, deben traerme a la memoria en este momento no sólo la situación sin salida de mi amigo sino también mi propia situación sin salida de entonces, porque, lo mismo que Paul entonces había ido a parar otra vez a uno de los callejones sin salida de su vida, yo también había ido a parar o, mejor dicho aún, había sido empujado a uno de los callejones sin salida de mi vida.
  • Rafael Ramoshas quoted8 days ago
    Sin ella no estaría ya siquiera con vida y, en cualquier caso, no hubiera sido nunca el que soy, tan loco y tan infeliz, pero también feliz, como siempre. Los iniciados saben todo lo que se esconde tras esa expresión ser de mi vida, a través del cual y del cual extraigo mis fuerzas y, una y otra vez, mi supervivencia, y de nadie más, ésa es la verdad.
  • Rafael Ramoshas quoted8 days ago
    al fin y al cabo tenía al ser de mi vida, el que, después de la muerte de mi abuelo, fue decisivo para mí en Viena, a la amiga de mi vida, a la que no sólo debo mucho sino, dicho sea francamente, desde el momento en que, hace más de treinta años, apareció a mi lado, se lo debo más o menos todo. Sin ella no estaría ya siquiera con vida y, en cualquier caso, no hubiera sido nunca el que soy, tan loco y tan infeliz, pero también feliz, como siempre.
  • Rafael Ramoshas quoted8 days ago
    Pero en realidad tampoco sin Paul hubiese estado solo en aquellos días y semanas y meses en la Baumgartnerhöhe, porque al fin y al cabo tenía al ser de mi vida, el que, después de la muerte de mi abuelo, fue decisivo para mí en Viena, a la amiga de mi vida, a la que no sólo debo mucho sino, dicho sea francamente, desde el momento en que, hace más de treinta años, apareció a mi lado, se lo debo más o menos todo.
  • Rafael Ramoshas quoted8 days ago
    Los enfermos de larga duración, como yo y como Immervoll, se han acostumbrado desde hace tiempo al papel que les corresponde, el papel de un ser insignificante y considerado, y que no llama la atención, porque sólo ese papel hace soportable a la larga el estar enfermo; la rebeldía, la impertinencia y la obstinación con el tiempo debilitan el organismo de una forma realmente letal, y un enfermo de larga duración, por lo tanto, no puede permitírselas.
  • Rafael Ramoshas quoted8 days ago
    Me despertaba sin esperanzas y trataba de escapar a esa desesperanza y me escapaba realmente hasta aproximadamente el mediodía. Por la tarde la desesperanza se presentaba de nuevo, hacia el atardecer desaparecía otra vez y por la noche, cuando me despertaba, estaba como es natural allí de nuevo, con la mayor brutalidad.
  • Rafael Ramoshas quoted8 days ago
    Pero el enfermo encerrado durante meses ansía en esos meses salir y no sabe aguardar el momento en que podrá dejar su habitación de enfermo y, como es natural, no se contenta con dar unos pasos por el pasillo, no, sale al aire libre y se mata a sí mismo. Mueren tantos por haber salido demasiado pronto, y no porque haya fracasado el arte médico. Se les puede reprochar todo a los médicos, pero en el fondo, naturalmente, por indolentes que sean, incluso despiadados y hasta obtusos, no quieren otra cosa que mejorar el estado de sus pacientes, pero el paciente tiene que hacer lo que esté de su parte, y no socavar los esfuerzos de los médicos levantándose demasiado pronto (¡o demasiado tarde!) o saliendo demasiado pronto y yendo demasiado lejos.
fb2epub
Drag & drop your files (not more than 5 at once)