Brothersong. La canción de los hermanos

Pensé que eso significaba ser hijo: creer en alguien con tanta fuerza que no ves sus fallas hasta el día en que son visibles.

Una vez me dijo que las decisiones difíciles debían tomarse con la cabeza fría. Era la única manera de asegurarse de que fueran las correctas.

–No –ladré–. No, no, no. –Mi padre retrocedió lentamente y me llevé a mi hermano.

–Ey, Joe, mira a los pájaros –dije.

–Ey, Joe, mira ese insecto –dije.

–Ey, Joe, ¿tienes hambre? –dije.

–Ey, Joe, ¿quieres oír un chiste? –dije.

–Ey, Joe, por favor, ¿podrías decir mi nombre? –dije.

Pero Joe nunca habló.

No puedes formar rojo sin naranja. ¿Lo entienden?

–Y pienso en él todo el tiempo –le expliqué–. Cuando estoy triste o enojado, pienso en él y me siento mejor. Eso es lo que hacen los lazos, ¿no? Te hacen feliz. Kelly me hace feliz.

–Kelly –gemí mientras temblaba–. Kelly, ayúdame. Kelly, por favor. Lo lamento. Lo lamento. No quería herirte. No quería hacerlo.

Pero él nunca vino.

–Las escuchamos –dije–. Las canciones. Lobos. Cuervos. El corazón, siempre el corazón. Significan que estamos yendo a casa. Son fuertes y nada más importa cuando las escucho. Mátame, no importa. Porque al final, nuestras canciones siempre serán oídas.

–Te dejaré –dijo Gavin y respiré con dificultad cuando el agarre de la bestia perdió algo de intensidad–. Ni siquiera tú puedes evitar que muera. Estarás solo. No tendrás nada. No tendrás a nadie. Déjalo. Ir.

–Lo haré –dijo Gavin–. Me mataré. Justo aquí. Ahora.

Livingstone retrocedió y bajó la mirada hacia Gavin.

Gavin se paró con una mano sobre su propia garganta, sus garras se hundían en su piel. Corrían hilos de sangre por su cuello y su pecho desnudo, manchando su piel. Sus ojos estaban despejados, flexionó la mano levemente y los rastros de sangre se intensificaron.

Susurraba HijoLoboManada mío eres mío soy lobo soy alfa entrégate a mí puedo puedo puedo olerlo en ti puedo oler al bennett el intruso el príncipe que te alejará de mí mátalo mátalo mátalo debes matarlo alfa soy tu alfa mátalo si no lo haces yo lo haré yo lo haré yo lo haré.

Podía escucharlo. Oía a Livingstone porque podía oír a Gavin.

Gavin decía, gritaba, no por favor no por favor no por favor no detente detente detente detente DETENTEDETENTEDETENTE PAPÁ POR FAVOR PAPÁ ME DUELE ME DUELE ME…