“El viviente” es un epíteto clave, una señal de reconocimiento para los iniciados. Sólo se alude con este adjetivo al Jesús que difunde la doctrina secreta, el Jesús que está informado de todos los pormenores de la enseñanza oculta y que promete, en un lenguaje frecuentemente impenetrable, o muy confuso cuando menos, un acceso al mundo superior, el reino de los cielos o el reino del padre . La razón del epíteto, creo, es que sólo quienes han vencido y traspuesto las tentaciones y limitaciones de esta vida y la han dejado emocional, intelectual, iniciáticamente atrás, merecen el nombre de vivientes .
38 Meier, 1991, p. 125 y ss.