Augusto Monterroso, en busca del dinosaurio

entonces se saludaban con esa frase del Marqués de Bradomín. “Yo solía responder ‘hijo de puta’. Hoy prefiero ‘alma en pena’”

Guillermo Sheridan, que contó haber conocido a Monterroso en la UNAM, mientras éste hablaba con Mejía Sánchez en su cubículo. Esperó afuera para no interrumpirlos, pero Monterroso lo vio tras la ventana y le preguntó: “¿Sois alma en pena o hijo de puta?” Desde

Su discurso se centró en la tradición literaria guatemalteca; terminó con una frase memorable: “siempre he soñado con ocupar media página en un libro de escuela primaria de mi país. No sé por qué, y perdónenme, pero con todo esto siento como que lo voy logrando”.

A esto respondieron sus comunicados de 1980, en contra de la barbarie del ejército y paramilitares, y luego del año siguiente, titulado “El lugar de cada quien” y firmado por varios autores mexicanos, españoles y guatemaltecos.

La rabia y la participación política despertaron el nacionalismo en Monterroso: “Soy escritor guatemalteco no casi mexicano. Hacer hincapié en guatemalteco, quiero esa identidad. Guatemala está en guerra”.39 Creía que podía ayudar a su país escribiendo y firmando comunicados, divulgando en medios de comunicación las atrocidades que en él sucedían.

El 5 de febrero de 1980, días después de la matanza en la embajada española en Guatemala, Cardoza y Aragón, Carlos Illescas y Monterroso firmaron un comunicado de protesta. El texto empieza con un resumen histórico de Guatemala que entiende la masacre de indios como la

Movimiento perpetuo fue la liberación de estas ataduras con la obra original, indefinible, suya, a la que regresaría después con La palabra mágica. De La letra e... quedó acaso una que otra anécdota del mundillo literario del siglo XX y el primer reclamo de protesta contra la situación política de Centroamérica.

Los temas que Monterroso ilustraba son los mismos sobre los que escribía: literarios en su mayoría.

de acuerdo con Rojo, se trata el suyo de un estilo “complejo en su sencillez”; lo mismo que podría decirse, por cierto, de su estilo de escritura.

Él fue un gran aficionado al dibujo que, muchas veces, incluyó en sus libros: así lo hizo en Movimiento Perpetuo y Lo demás es silencio. En 1992 publicó un libro y realizó incluso una exhibición de su obra visual a la que asistieron, entre otros, José Luis Cuevas.