Michele Filgate

Cosas que nunca hablé con mi madre

Notify me when the book’s added
To read this book, upload an EPUB or FB2 file to Bookmate. How do I upload a book?
  • Sarah Ortízhas quoted4 days ago
    ¿Cuáles eran sus sueños, o acaso no tenía ninguno, más allá de la vida cómoda, práctica y admirable que estaba viviendo? Con hijos y nietos que la amaban, un vivaz perro rescatado de un refugio, una casa y un jardín ordenados y bien mantenidos, un puesto en el consejo de la escuela que ella había ayudado a construir desde sus cimientos. Un matrimonio que había durado más de seis décadas, suficiente dinero para envejecer cómodamente.
  • Sarah Ortízhas quoted4 days ago
    ¿Pensaba en mi hermano, al que habían adoptado cuando tenía seis semanas de edad porque mis padres (¿o más bien mi padre?) habían querido tener un cuarto hijo, un varón, y que había muerto a los treinta años, después de una juventud problemática, como consecuencia de un horrible accidente debido al consumo de drogas y a estar alcoholizado? ¿Tenía ella remordimientos? ¿Qué cambiaría de su vida si pudiera cambiar algo?
  • Sarah Ortízhas quoted4 days ago
    ¿Quién era, más allá de la mujer que obedientemente se iba a la cama cada noche junto con mi padre, pero horas después se metía en la habitación de mi difunto hermano para leer novela tras novela?
  • Sarah Ortízhas quoted4 days ago
    Mi madre de ochenta y un años, pequeña, gentil, con su cabello plateado, quien se encarga de la jardinería, cocina, pasea perros y hace el compost; quien tiene letreros de ¡BIENVENIDO! en su jardín y fotos de sus nietos cubriendo cada centímetro del refrigerador; quien lee y critica todos mis escritos; quien nunca olvida un cumpleaños o aniversario, y envía una tarjeta con una foto que alguna vez tomó del destinatario; quien dedicó su vida a enseñar a niños con discapacidades y a criar a sus cuatro hijos; quien siempre recuerda preguntar por ti. ¿Quién no querría un poco de esto? De niña la compartí con mi primera hermana, junto con mi padre, hasta que tuve diecinueve meses. Para cuando llegó mi segunda hermana, y luego mi hermano, ella nunca estaba sin una manada de niños y perros mientras se movía afanosamente por todos lados, compraba la comida, compartía viajes en el auto, preparaba macarrones con queso y wafles, lideraba a las tropas brownie de las niñas exploradoras y nos cosía disfraces de Halloween o largas faldas de cuadros rosas y blancos a juego. No holgazaneaba, no tomaba el «almuerzo» ni café, no fumaba cigarrillos ni bebía cocteles al mediodía. Ella corría por doquier, atendiendo las necesidades de todos, hasta que mi padre llegaba a casa, y entonces lo atendía a él.
  • Sarah Ortízhas quoted4 days ago
    ¿Quién era ella, más allá de la enérgica maestra de ojos verdes, tutora, vecina amigable que, a pesar de tener apenas un poco más de metro y medio de altura y pesar cuarenta kilos cuando mucho, vivía de café negro, delgados sándwiches de queso y una cucharada de yogurt cada mañana con exactamente dos nueces en la parte superior?
  • Sarah Ortízhas quoted4 days ago
    «Te amo más allá del sol, la luna y las estrellas», me decía siempre cuando era pequeña. Pero solo quiero que me ame aquí. Ahora. En la Tierra.
  • Sarah Ortízhas quoted4 days ago
    El silencio es lo que llena la brecha entre mi madre y yo. Todas las cosas que no nos hemos dicho una a la otra, porque resulta demasiado doloroso articularlas.

    Lo que quiero decir es: «Necesito que me creas. Necesito que me escuches. Te necesito a ti».

    Lo que digo: nada.

    Nada, hasta que lo digo todo.
  • Sarah Ortízhas quoted4 days ago
    Me gusta fingir que él no existe. Y soy buena en eso. Ella me enseñó. Al igual que con las baratijas rotas en mi viejo joyero, solo cierro la tapa.
  • Sarah Ortízhas quoted4 days ago
    Las chicas buenas no interrumpen la clase.
  • Sarah Ortízhas quoted4 days ago
    Las chicas buenas son calladas.
fb2epub
Drag & drop your files (not more than 5 at once)