Retazos, fragmentos, resquicios, voces y líneas de sentido: toda una serie de pequeñas pinceladas conforma este libro, que se inaugura con una interpelación directa sobre el ejercicio de la lectura: «Pero si usted no sigue la intriga, ¿qué es lo que usted lee? ¿Acaso hay otra cosa que leer?» Octavio Vianna emprende un viaje tras la pista de un frasco donde el gran Leonardo, supuestamente, vertió sus lágrimas junto a las de su amada Gioconda. Se ve envuelto en un triángulo amoroso cargado de sensualidad y perversión; encuentra en un proyecto fotográfico los vestigios de una sensibilidad artística adormecida. Aquel viaje, entonces, continuará por los senderos de una introspección que irá imprimiendo en su espíritu las marcas de una experiencia erótica y estética: toda una verdadera transformación. Pero los elementos de esa intriga se ven tamizados, porque aquí se puede leer, además, “otra cosa”. Con Monet, Mario Sampaolesi ofrece un texto inmerso en una atmósfera poética que nos invade con sus destellos, como un gesto impresionista que da cuenta de una realidad fragmentaria y esquiva. Cada elemento es, después de todo, una breve condición del paisaje.