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Luisa Josefina Hernández

El lugar donde crece la hierba

  • Yatzel Roldánhas quoted2 years ago
    Era un libro de esos que se leen a cucharadas, como si fueran grandes tragos de aceite y que tienen la particularidad de que los personajes no se suicidan
  • Jimena Maraldahas quoted11 days ago
    Me he sentido, inesperadamente, dueña de mí misma; dominadora también de la hipocresía y de ese afán de hacer comprender que me han herido, pero que no me han derrotado.
  • Jimena Maraldahas quoted13 days ago
    Pero leer un libro es como admitir una esperanza.
  • Jimena Maraldahas quoted13 days ago
    Es indudable que el mal puede sentirse sin que sea posible localizarlo exactamente
  • Jimena Maraldahas quoted13 days ago
    Luego, aquellos destrozos, romper algo es menos alarmante que herir a alguien, pero más sospechoso.
  • Jimena Maraldahas quoted14 days ago
    Es juego fingir que se ignora lo que se sabe perfectamente
  • Jimena Maraldahas quoted14 days ago
    Además, no se me ocurre nada que pueda decirse de él, como no sea lo de la juventud y la inocencia y eso es tan sabido que no vale la pena repetirlo. Son curiosas esas personas, se goza su presencia, pero su ausencia, después de unos cuantos días, pasa inadvertida.
  • Jimena Maraldahas quoted15 days ago
    Eutifrón, quiero morirme, quiero que no me salve nadie, quiero que mis perseguidores no me encuentren vibrando, saltando, sacudiéndose como un pescado que necesita dos horas para completar su muerte!
  • Jimena Maraldahas quoted15 days ago
    Yo pude haber tenido un cuarto como este, de paredes a rayas, pude haber entrado por las noches, con todo sigilo, a descifrar respiraciones y a prever movimientos nocturnos. Pero mi oído hubo de endurecerse y mi vista perdió para siempre el poder de la adivinanza para adquirir el de la alucinación; porque en el único momento de mi vida que supuse que iba a tener un hijo sentí odio por él y lo negué con mi cuerpo y con todas las fuerzas de mi espíritu.
  • Jimena Maraldahas quoted15 days ago
    Cuando llegaba a casa sintiéndome rebelde, ojerosa y enflaquecida, temía que se transparentara ese pecado inexplicable de ser objeto tuyo.
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