Madurar es la pobreza. Cuando uno encuentra cero céntimos, cero algodones, cero esmaltes, cero respiraciones, cero palpitaciones, cero cánceres. Cuando sabe que el dinero es quien dicta nuestra digestión, ¿cómo se puede ser feliz? Trabajar en lunas ficticias. Devorar comida barata. No quiero el dinero de papá ni el de mamá. No quiero su dinero ni su casa.
Aquí: mi novela política.
Aquí: lamer el suelo.
Aquí: la independencia.
Aquí.