Una mirada serena constata la permanencia de la ruina y de ella su belleza y la sombra de lo que ya no es. Cada palabra ha sido medida en un encuadre que dignifica la imagen invocada y la palabra que la nombra. Dignidad en los huesos rotos de la madre, del mar que se aleja como el verano, del amor y del cuerpo de una breve criatura que muere y se desintegra en el invierno. Leer estos poemas deslumbrantes es recordar lo que sin saber llevamos.