Calamidad que jamás ha impedido, ni siquiera limitado, la descendencia, que no ha desalentado a nadie a procrear, a proseguir la farsa secular; ¿obcecación estúpida y egoísta o, por el contrario, bella despreocupación, confianza en el porvenir y en la vida, en el principio mismo de la vida, movimiento, regeneración y fuerzas contrapuestas?