—Te veré mañana —dijo.
—Hasta mañana —se despidió Faith.
Oyó un gemido que llegaba de abajo cuando Boone cerró la puerta tras él. Faith bajó la vista y vio que Charlie los había seguido hasta la puerta.
—¿Por qué lloras? ¿No quieres que se vaya? —le preguntó a su mascota.
Charlie gimió de nuevo y luego soltó un ladrido agudo que parecía una confirmación.
—Y eso que a ti no te besó hasta convertirte en gelatina —le susurró a su perra, tentada de unirse a los gemidos de Charlie, para conseguir otro de esos besos maravillosos cuya existencia había desconocido