—Hazte a un lado —me dice finalmente y, aunque me duele el cuerpo, hago lo que me dice.
La cama se hunde bajo su peso y entonces me toma en sus brazos, me acuesta contra él.
Con el oído pegado a su pecho, oigo el constante latido de su corazón.
Nunca me he sentido tan segura como en este momento y no sé cómo sentirme al respecto.