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Alix E. Harrow

Las guías de la bruja: vías de escape. Compendio práctico de portales a mundos de fantasía

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  • c a t hhas quoted5 years ago
    Estaba pasando por la sección de viajes y turismo cuando lo vio: un libro pesado encuadernado en tela encajado justo entre El nómada práctico (910.4 HAS) y En avión, en tren y a pie. Guía para el aspirante a trotamundos (910.51). Carecía de signatura, pero el título estaba estampado en el lomo con letras curvilíneas: Las guías de la bruja: vías de escape.
    Sentí el bum bum apagado y sordo de su corazón, el dolor de la esperanza renacida. El chico fue hacia el libro y el libro fue hacia él, porque los libros necesitan ser leídos tanto como nosotros necesitamos leerlos, y este libro en concreto llevaba mucho tiempo sin salir del secreter de tapa de persiana de la sala de colecciones especiales.
    Unos dedos oscuros rozaron la tela teñida de verde, y fue como si las dos mitades desgajadas de un objeto roto por fin se hubiesen reunido, como si una llave perdida por fin hubiera encontrado su cerradura.
  • c a t hhas quoted5 years ago
    Estaba vivo, pero probablemente no mucho más tiempo. No me refiero solo al suicido físico; quienes podemos percibir las cosas del alma sabemos que hay montones de maneras de morir sin que nadie lo note. ¿Habéis visto alguno de esos malditos programas especiales de la tele en los que se ve cómo rescatan a los animales de algún circo atroz de tercera categoría de Las Vegas y, cuando por último abren las jaulas, los leones se quedan inmóviles donde están, con la mirada muerta, porque han olvidado lo que es desear algo? Desear, anhelar, estar lleno del ansia radiante y terrible de estar vivo.
  • c a t hhas quoted5 years ago
    Los voluntarios estaban ocupados proyectando la película semanal en la sala multimedia número 2, así que a mí me tocaba volver a colocar los libros en las estanterías. No fue hasta encontrarme en el pasillo LIT DAC-FEN con nuestro sobado ejemplar de El conde de Montecristo en la mano que caí en la cuenta de que Edmundo Dantès era un auténtico mentiroso de mierda de tomo y lomo.
    Si Edmundo hubiese seguido su propio consejo, se hubiera quedado sentado en su celda confiando y esperando durante cuarenta años mientras el conde de Morcerf, Villefort y los demás seguían disfrutando de sus riquezas y felicidad. La verdadera moraleja de El conde de Montecristo tenía que ser algo más en la línea de: como des por culo a alguien, prepárate porque un vengativo cerebro te joderá la vida veinte años después. O a lo mejor: si deseas que la justicia y la bondad se impongan en este mundo, tienes que luchar por ello con uñas y dientes; será duro y oneroso, y probablemente ilegal, y tendrás que saltarte las normas.
  • c a t hhas quoted5 years ago
    Acumuló una multa de dólar y medio por El conde de Montecristo, y lo devolvió con manchas de agua salada en las últimas páginas. No eran lágrimas de «mi personaje favorito ha muerto» o «el libro se ha acabado». Eran amargas, ácidas, anisadas: lágrimas de envidia. Tenía envidia porque el conde y Haydée habían abandonado su mundo y navegado hacia el ignoto azul. Porque habían escapado.
    Me dejé llevar por el pánico y le coloqué los tres primeros Harry Potters, porque la cosa no se anima de verdad hasta que aparecen Sirius y Lupin, y porque tratan de un chaval solitario y desatendido que recibe una carta de otro mundo y se esfuma.
  • c a t hhas quoted5 years ago
    Nuestras preceptoras lo llamaban «proteger de los ojos mundanos las artes ocultas y sagradas de nuestras antepasadas». Nuestros profesores de la universidad, «conservar los textos inusuales o de valor histórico».
    En ambos casos querían decir lo mismo: damos a la gente los libros que necesitan salvo cuando no se los damos; salvo cuando los necesitan de mala manera.
  • c a t hhas quoted5 years ago
    Edmundo dice en la penúltima página: «… toda la sabiduría humana se encierra por entero en estas dos palabras: ¡Confiar y esperar!».
    Pero la gente no puede seguir confiando y esperando eternamente.
    La gente se quiebra, se deshilacha, se resquebraja; cometen una desesperada estupidez y entonces ves su fotografía de la orla del instituto impresa en el Ulysses Gazette, ampliada y con mucho grano, y te pasas los cinco años siguientes pensando: «Ojalá le hubiera dado el libro adecuado».
  • c a t hhas quoted5 years ago
    El chico regresó a las diez y media un martes por la mañana. La política oficial de la biblioteca es informar al instituto de los alumnos que hacen novillos, porque la junta escolar tenía la sensación de que nos estábamos convirtiendo en «el paraíso de actividades ilícitas y sin debida supervisión de los adolescentes». Resulta que yo creo que eso es justo lo que las bibliotecas deberían aspirar a ser, de modo que propuse que grabáramos la frase en una placa para colocarla en la puerta principal, pero entonces me pidieron que mostrase un poco de seriedad o que abandonara la reunión, así que, bueno, tenemos que dar parte de los críos que se saltan las clases para jugar a League of Legends en nuestros ordenadores o se escaquean escondiéndose en la sección de novelas gráficas.
    Observé
  • c a t hhas quoted5 years ago
    Cualquiera se podía dar cuenta de que ese chico necesitaba echar a correr y seguir corriendo hasta desprenderse de su piel, hasta rasgar con las uñas la asfixiante oscuridad, salir de ella y desplegar sus alas, primorosas e iridiscentes a la luz de algún otro mundo.
    Su asistente social era una de esas personas que al pronunciar la palabra «escapismo» parecían estar refiriéndose a un defecto moral, a un lamentable pasatiempo, a un diagnóstico de una enfermedad mental. Como si las escapatorias no fuesen de por sí una de las categorías más elevadas de magia de la que iban a ser testigos en su miserable vida mortal, en lo más alto junto con el amor verdadero, los sueños proféticos y las luciérnagas destellando en sincronía en una noche de junio.
  • c a t hhas quoted5 years ago
    Yo estaba sentada en el mostrador de préstamos, pasando los artículos devueltos por la parpadeante luz roja del escáner, y aspiré su olor. Esperaba algo del estilo de adaptaciones del mito artúrico o a lo mejor novelas para adolescentes con romances y duelos de espadas, pero en lugar de eso me encontré un aullante y clamoroso amasijo de necesidades.
    Olía a un millar de mundos secretos, madrigueras de conejo, entradas ocultas y andenes nueve y tres cuartos; al País de las Maravillas, Oz y Narnia; a «cualquier sitio menos este». Olía a… anhelos.
    ¡Dios me libre de los anhelantes! De los insaciables, los inconsolables, los que arañan frustrados los confines del mundo. No hay libro que pueda salvarlos.
    (Eso es mentira. Existen Libros tan poderosos como para salvar cualquier alma mortal: libros de brujería, adivinación y alquimia; libros con madera de varita mágica en el lomo y polvo lunar en las páginas; libros más viejos que las piedras y arteros como dragones. A la gente le damos los libros que más necesitan, salvo cuando no se los damos.)
  • c a t hhas quoted5 years ago
    —Ya lo hemos hablado, ¿te acuerdas? Decidimos que a lo mejor te apetecía leer algo práctico, algo útil…
    Enfrentarse a la depresión (616.81 WHI 1998). Derrota la melancolía: cinco pasos para volverte a sentir bien (616.822 TRE 2011). Sopa de pollo para el alma deprimida (616.9 CAN). Los libros lo saludaron con voces almibaradas y balsámicas.
    El chico no dijo ni mu.
    —A ver, sé que preferirías leer sobre dragones y, esto, elfos —ay, Tolkien, cuánta culpa tienes…—, pero a veces tenemos que hacer frente a nuestros problemas en lugar de huir de ellos.
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