Memorial

9

La primera vez es un recuerdo que ha quedado reducido a lo esencial: estamos, creo, paseando por el vecindario. Le digo a Mike que me encanta, o que podría aprender a que me encantase. Levanta la cabeza demasiado rápido, pero ya es tarde, porque ya he visto su sonrisa. Sin embargo, justo ahí, en el momento culmen de una posible catástrofe, Mike señala una casa y me dice que le encanta la inclinación que tiene. Yo señalo un gato que está tomando el sol bajo una farola y le digo que me encanta su forma de estar en el mundo. Mike señala las flores silvestres que crecen junto a la carretera. Yo señalo el farol sobre nuestras cabezas. Los dos señalamos detrás, debajo, en las esquinas, por las ventanas de las casas por las que pasamos, a todas partes menos el uno al otro, aunque, por supuesto, hace tiempo que me he dado cuenta de que eso también era una confesión.

Que querer a alguien significa dejar que cambien cuando lo necesitan. Y dejarlos ir cuando lo necesitan. Y eso no los convierte en menos hogar. Solo que tal vez no lo sea para ti. O solo durante una o dos temporadas. Pero eso no disminuye el amor. Solo cambia las formas.

El silencio es un sonido.
Cuando ya no esté lo echarás de menos,

El vecindario estaba tranquilo. Solo se alcanzaba a ver la parte de arriba de las casas. Y luego la luna, en el cielo, desnuda, en lo alto, algo que nunca podía verse en Houston.

Los primeros pasos después de bajar de un tren.

Pero no llegó a pasar nada. Simplemente ocurrió y nos quedamos tumbados uno al lado del otro, respirando, sintiendo, siendo.

Tonterías. Lo has soltado. No tenías que contármelo, pero lo has hecho. ¿No te ha resultado estimulante?

Pero Benson solo me miraba fijamente. Él no era ningún atleta ni nada parecido, pero no éramos iguales.

Me pasaba siempre. Por un lado estaba la persona que yo era con la ropa puesta, y luego estaba el otro tío.

¿Qué te trajo aquí?, preguntó Ben.
Dejé de follarme al tío con el que follaba y necesitaba un sitio donde vivir. Este era barato.