Porque entender que de la misma forma que él no toca, pero sí nos ningunea y nuestros cientos de experiencias no le parecen suficientes para opinar acertadamente y la suya sola sí basta para poner en duda, otros sí tocan, otros sí matan, otros sí violan, otros sí nos meten mano, otros sí nos insultan. No todos hacen todo, pero haciendo cada uno “lo suyo” ya nos hacen la vida imposible no a una, sino a todas, porque todos ellos aprenden que pueden hacer lo que quieran (y el nivel de hasta dónde quieren lo ponen ellos) y todas nosotras tratamos con hombres todos los días y tenemos que pasar por el nivel de cada uno sin negociación posible. Y cuando una los para: exagerada, arisca, loca. Cuando los paramos colectivamente: las falsas feministas imponiendo su dictadura. Como dice mi amiga Jose Villar (nada que ver con el Villar del fútbol, ¿eh?): “Ni lo ven, ni se ven, ni se reconocen en otros”.