Tristes por diseño

Google y Facebook saben cómo utilizar emociones negativas más fácilmente, lo que lleva al nuevo objetivo del sistema general: encontrar formas personalizadas para hacerte sentir mal

El problema tiene todavía que ser identificado: ya no hay más «social» fuera de las redes sociales

Cada uno tiene sus razones para apagarse y para cubrirse en su coraza. Mientras que las corporaciones pueden crecer por las noches hasta convertirse en estructuras gigantescas, estrafalarias en su infraestructura, nuestro entendimiento del mundo se queda atrasado, o se reduce incluso.

nuestro tiempo está marcado por las micropreocupaciones del frágil yo.

vez de gestos vacíos y patéticos, deberíamos ejercitar una nueva táctica de silencio, dirigiendo la energía y recursos liberados hacia la creación de espacios temporales de reflexión.

¿Cómo hacemos para revertir la aceleración de la alienación, un movimiento que inevitablemente termina en un trauma?

Franco me sugirió dejar de hablar. No responder. Rechazar volvernos noticias. No alimentar a los trolls.

abrumadora indiferencia permanece.

Nuestro querido Internet podría ser descrito como una «hidra inversa con cien culos»2, pero de todas formas lo adoramos: es el basurero de nuestro cerebro. Apenas somos conscientes del frenesí online que nos rodea, no podemos ni pretender siquiera que nos importa la cínica lógica de la publicidad3

las limitadas posibilidades del dominio individual, no podemos identificarnos positivamente con la manifestación trágica del ser colectivo llamado red social. No podemos volver al misticismo ni al positivismo