Días de luz larga

No sé si lo sabía:
yo quería hogar
una casa con piso en el piso
tierra firme donde plantarnos

Yo tengo nomás una lista
que crece
de sitios inútiles y personales.
Eso de hacer turismo,
nunca lo entendí

teniéndote a medio centímetro de la espalda / que es quien más te extraña cuando frío / y quien más te odia / cuando se me acaba el frío

Qué fácil nombrarte ahora
tan de mañana
y que no amanezcas

al fondo de mi garganta, más allá
de las cuerdas y los tonos
habita tu nombre.

Así que fui
—a Ikea—
y compré
un juego de sábanas sin historia
una almohada sin dudas
una taza sin labios
una copa: una.

En esa agua del medio
tan desdeñada
vienen a parar los hubiera
de quienes caminamos ciudades
para desgastar las paredes
(y los amores)
que no supimos hacer hogar

de cuando infancia no era palabra siquiera
(porque el infante no sabe de la infancia,
ese páramo que luego
nos venden cual promesa vencida
sin política de cambios ni devoluciones)

La memoria es esto: un silencio
en medio de la ciudad que no se avejenta.

Mi madre habrá estado contando
que su hija viaja
‘todo lo que puede’
por no decir nomás
que su hija viaja
porque no aprendió a quedarse.