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Steven Rowley

  • Pony Neónhas quotedlast year
    El pulpo tiene hambre.
    Y se la va a comer.
  • Pony Neónhas quotedlast year
    Saco el móvil y busco en el álbum las fotos de Lily antes de que llegara el pulpo. Mi perra y yo en un acantilado con vistas a Santa Bárbara; la sacamos la vez que recorrimos la estatal 1, la carretera del Pacífico. Otra con Lily dormida en su manta estampada con huellas de perro; el sol que entraba por la ventana realza el rojo de su abrigo marrón. Lily en la bañera, empapada y con cara de no sentirse muy a gusto. Los dos en un selfie, dándonos besitos de buenas noches en la cama antes de irnos a dormir. Lily en el sofá, sentada como la Gran Esfinge de Guiza, porque me gustaba el contraste de su abrigo con el tapizado de tweed gris. Otro selfie, esta vez en el patio trasero, Lily con el disfraz de Leia que le compré en Maui. Esta la tomé hace apenas unas semanas, una época feliz que ya parece muy lejana.
  • Pony Neónhas quotedlast year
    –¿Estás bien, Habita?

    –Me pincharon la cabeza con una aguja.

    –Pincharon al pulpo.
  • Pony Neónhas quotedlast year
    –¿Sabes qué nos vendría bien? –le pregunto a Lily, y ni siquiera espero a que lo adivine. Mi perrita se anima; por mi tono de voz intuye que voy a decir algo que le encanta–. Helado.

    En el camino de vuelta nos detenemos en la tienda para mascotas que hay en una esquina cerca de casa, la que lleva una familia coreana, y compro un yogur helado de mantequilla de cacahuete especial para perros. Ni siquiera espero a llegar a casa.

    El pulpo parpadea y pregunta:

    –¿Qué es eso que has comprado?

    Creo que nunca me acostumbraré a oírlo hablar.

    –Nada –le digo.
  • Pony Neónhas quotedlast year
    Es posible que yo también esté padeciendo cierta discapacidad debida a la presencia del pulpo, pérdida de la razón. Últimamente, mis pensamientos se parecen más a los de un crío que a los de un adulto pensante; ese pensamiento mágico, por ejemplo: primero tengo que irme yo para que el pulpo se marche; el deseo de parecer amenazador, más grande de lo que soy; de tener un huracán dentro de mí; la necesidad de expresar todo con pataletas.
  • Pony Neónhas quotedlast year
    Termino de llenar los platos (y el bol, en el caso de Lily) y vierto la salsa encima de cada ración. Entre Trent y Lily, es difícil decir quién se zampa el pavo con más ferocidad. Yo el mío ni lo toco; en lugar de comer, me dedico a ver a Lily disfrutar de cada bocado, las muecas raras que hace mientras arrastra el barboquejo por la salsa y luego, cuando en su bol ya no queda nada, intenta lamerlo desesperadamente.
  • Pony Neónhas quotedlast year
    Estoy sufriendo. Eso ahora lo tengo claro. Constato un innegable alejamiento de las actitudes normales hacia la vida. Por ejemplo: un pavo de ocho kilos es una comida aceptable para tres; el bol en que come un perro puede estar encima de la mesa; los sombreros de peregrino son accesorios adecuados en pleno junio. Un pulpo puede llevarse a mi perra.
  • Pony Neónhas quotedlast year
    Pienso en todas las noches en las que Lily no hizo pipí durante el último paseo del día. En lo mucho que eso me estresaba. Lo difícil que me resultaba quedarme dormido esas noches, quedarme dormido y dormir, las dos cosas, frustrado y pensando que a lo mejor tendría que sacarla al patio en la oscuridad antes de que amaneciera. Cuántas discusiones entre nosotros. Yo siempre pensaba que sabía más que ella en lo tocante a sus necesidades fisiológicas, pero hasta esta noche Lily no había mojado la cama ni una sola vez. Y ahora que lo ha hecho, lo único que hacemos es quedarnos quietos encima del «accidente» y el reloj sigue marcando los minutos y el amor que siento por ella no para de crecer y los dos seguimos respirando.
  • Pony Neónhas quotedlast year
    –Pero la idea es divertida, Ratita. Chapotear en las olas.

    Al cabo de unos instantes, levanta la vista y me mira.

    –A veces pienso en ti y te llamo papá.

    Se me hace un nudo en la garganta.
  • Pony Neónhas quotedlast year
    El sol quema y me encandila. En realidad, me quema los ojos, y cuanto más los cierro, más me escuecen. Calor. Sudor. Cierro con fuerza los párpados, después los relajo; un caleidoscopio de colores y formas flota delante de mí. Estática televisiva, paramecios, cometas con colas de fuego, tornados, violencia, calma, y todo en la oscuridad, detrás de mis párpados. Me pregunto si será eso lo que Lily ve ahora, ciega como está; si puede percibir la luz, si en su ceguera consigue ver tantas formas y colores. ¿O solo oscuridad, los ojos empañados por la negrura total de la tinta del pulpo?
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