Pocos hechos históricos fueron reseñados con tanto rigor y detalle como el Holocausto, esa hoguera malvada en la que seis millones de judíos perdieron la vida. Hasta ahora, los protagonistas centrales de aquel relato habían sido los adultos, o su mirada, mientras que los niños quedaron ocultos por la historia oficial. Sus padecimientos, el ferviente deseo de vivir, las travesías a la esperanza por una Europa envuelta en las llamas, sus identidades falseadas para escapar a una sentencia de muerte inexorable, sus maravillosas o terribles historias se tornaron tan invisibles como ellos mismos.Vivir escondidos fue un recurso para sobrevivir a la dominación nazi, pero se convirtió también en un destino tormentoso. Sesenta años más tarde, treinta niños de aquellos –que por diferentes motivos llegaron a la Argentina con la ilusión de comenzar de nuevo–, abren su corazón para compartir su memoria. Sus relatos comienzan con la vida en vísperas de la guerra, cuando sus infancias normales todavía no habían sido truncadas por la ofensiva contra "lo judío", que los obligó a un peregrinaje por guetos, campos de concentración y escondites en pozos, desvanes, bosques o en el seno de familias sustitutas –muchas de ellas católicas- que los camuflaron como hijos propios. Y recuerdan con emoción las heroicas acciones de los salvadores judíos y cristianos que arriesgaron sus vidas para permitirles a ellos seguir viviendo. El fin de la guerra marcó para cada uno el comienzo de un proceso de lenta recuperación de la identidad, de los lazos familiares y de la infancia perdida. En esa búsqueda de un nuevo lugar en el mundo, estos treinta niños llegaron a la Argentina donde el antisemitismo, los golpes militares y los atentados anti judíos fueron jalonando una adaptación difícil, pero finalmente exitosa.