—No es eso lo que te he preguntado —le señala—. ¿Te parece terrible romper todas tus reglas por alguien a quien amas?
Adam frunce los labios, pero ambos saben cuál es su respuesta honesta, más allá de todo lo que les han enseñado en el Templo. Al fin y al cabo, están ahí, juntos, con los dedos entrelazados, y son perfectamente conscientes de que no debería ser así.
Sus miradas vuelven a encontrarse.
—No, no me lo parece.
Nathan se permite una sonrisa. Con suavidad, tira de su pareja para obligarle a inclinarse hacia él. Lo ve lanzar un vistazo precavido en torno a ellos, pero, de nuevo, nadie los está mirando: están rodeados de gente y, de alguna manera, también completamente solos.
—Hereje —le susurra, con burla.
Adam, a su pesar, sonríe, y él no puede evitar bajar la vista a esa sonrisa.
Hay un segundo de duda, mientras ambos escuchan a la gente que habla, canta y camina a su alrededor. Sus besos siempre han sido un secreto, así que estar tan cerca ahora, rodeados de otras personas, se siente como una nueva primera vez.
Ahí está la expectación. Ahí está el deseo.
IIIIIIHHHH