Lo que nos ocurre después de la muerte ha sido la gran incógnita de los seres humanos a través de la historia de su evolución. Muchos son los mitos y creencias que pretenden explicar ese fenómeno y que varían en cada cultura. Si hubiese alguna respuesta que fuese común a varias culturas y religiones eso nos indicaría que es la respuesta correcta, lamentablemente no es así y quién sabe si alguna vez podremos saberlo con certeza. Lo que podemos hacer mientras tanto es acumular y documentar las posibles experiencias que hemos tenido algunas personas pero con un sentido crítico que evite la creación de nuevas supersticiones tal como ocurrió con el mito de la luz blanca al final del túnel. Muchas cosas que parecen no tener explicaciones razonables dentro de las experiencias de nuestra vida son justificadas por muchos atribuyéndolas a la posible existencia de una vida anterior. Nadie, absolutamente nadie, puede aseverar que es lo que podría ocurrir en una dimensión a la cual no tenemos acceso. Nuestros niveles de comprensión son muy limitados. Adoptar posiciones dogmáticas y contrarias a la razón basándose en una “fe ciega” impediría encontrar la verdad que puede no ser conveniente para muchos
