Ahora me toca a mí hacer de Nina —dijo Jay—. Deja que lo haga. Quiero que sepas que no importa dónde estés, no importa lo que pase, tú y todos los demás siempre estaréis a salvo gracias a mí.
—Y a mí —añadió Hud.
—Y a mí —dijo Kit—. Y a Casey —añadió rodeando los hombros de Casey con su brazo.
Y entonces, Nina, sin aliento y aturdida por la alegría que se estaba atreviendo a florecer en su interior, abrazó a sus hermanos y decidió irse. Solo por un tiempo.