Ramón López Velarde (Jerez, Zacatecas, 1888–1921) es uno de los poetas favoritos de público y crítica, y un enigma para sus biógrafos y estudiosos. Sus adjetivos, su pasión por la mujer, su obsesión por el pecado y su constante transgresión de las normas morales, lo han colocado en un sitio singular en la poesía mexicana; pero su prosa es tan misteriosa como sus versos, y ya José Emilio Pacheco ha resaltado las virtudes de sus crónicas y páginas periodísticas. Pero no se les ha dado el lugar que les corresponde, y siempre se les publica, luego de sus primeras ediciones, junto a la poesía; esta selección de algunas de sus crónicas, muchas de ellas imaginarias, y que incluyen opiniones del zacatecano sobre otros escritores, nos da oportunidad de verlo sin contagiarse de los versos, se le valora como el extraordinario prosista que es, y se aprecia su ritmo, su lenguaje al mismo tiempo limpio y perverso, su amor por las mujeres, y su enorme vitalidad; uno termina por descubrir que, como dicen los mejores críticos, es tan grande en la prosa como en la poesía.
